jueves, 10 de marzo de 2011

KOF NewGeneration (Parte 5)

Cosas cotidianas: Parte 5

Mientras, de vuelta en Osaka, en el Templo Yata las dos hermanas mellizas, Maki y Saki se preparaban en su habitación para ir a dormir. Maki se desenredaba con un cepillo, su largo y brillante cabello negro y luego curaría la herida de su rostro, cerca de su boca, mientras Saki ya acostada en su cama, leía un libro, que luego dejó para hablar un tema pendiente con su hermana. – Maki… ¿Por qué tanta insistencia en volver a reunir a los tres clanes legendarios? Yo no creo que Orochi vuelva en esta época, no he tenido sueños ni presentimientos sobre aquello, tal vez es otra cosa la que te muestra el Yata no Kagami ¿No crees? Además, ese chico Yagami es muy agresivo y mal educado, mira nada más lo que te ha hecho, un caballero no hace ese tipo de cosas a las damas. – Saki se sentía molesta. – Al menos Akira Kusanagi si es atento, además es un chico muy guapo. – Agregó.

- Tranquila hermana, hay cosas que no tienen nada que ver, y si te gusta tanto Akira Kusanagi ¿Por qué no se lo dices en la escuela? Además, eso de reunir a los clanes divinos, creo que es más algo que tengo que hacer por acontecimientos futuros relacionados con Orochi. – Maki hablaba mirando en el reflejo del espejo de su tocador, a su hermana.
Como hablas barbaridades, no me gusta Akira Kusanagi de la forma que te lo imaginas, sólo digo que pienso que es un caballero y muy diferente a Hieri Yagami, nada más. Oh, pero con respecto a lo de Orochi, ¿Por qué entonces les dijiste que era porque venía nuevamente? De un principio mejor les hubieses dicho la verdad. – Reprendió Saki.

- Porque de ese modo, jamás iban a tomarme en cuenta… y ¿Quién sabe? Muchos quieren el poder ilimitado de Orochi, no ha faltado hace pocos años el que lo ha querido liberar, o quien ha querido conocer todos sus secretos, y las aberraciones que cometió la ciencia contra el flujo de lo natural… - Al la vez que hablaba, Maki se arropaba en su cama.

- Pff, aun así poco y nada de caso te hicieron los niños esos… dudo mucho que les interese el flujo natural del mundo, cuando Osaka está poco más y dividida en dos, quizás más adelante hasta tengamos dos pueblos, el del Clan Yagami y el del Clan Kusanagi, van a echar a perderlo todo y nos matarán a todos… bueno Maki, buenas noches. –

- Que alentador Saki… gracias, buenas noches. – Maki no pudo quedarse dormida sino hasta pasadas unas horas, pensaba en que si hacía lo correcto, además las palabras de su hermana eran escalofriantes. – Osaka dividida en dos… - Esa frase retumbó en su mente y cuando por fin pudo dormirse, comenzó a tener pesadillas en las que cruzaban horriblemente guerras de clanes del pasado, presente y futuro.

A la mañana siguiente, en Yuhigaoka High School, la maestra Rikaru Shomaumura vigilaba el pasillo principal poco antes de la hora de entrada. – Que bueno verlos ¿Qué tal el fin de semana?, buenos días Shiba-san ¿Todo bien esta mañana? Oh, Tendoh-san ¿Qué tal su esposa? – Rikaru mantenía buena postura, iba saludando a media secundaria con una sonrisa, los alumnos decían que era la maestra más divertida de la escuela, sus clases eran más didácticas, y a ella no le importaba si hacía el ridículo, era su forma de ser.

- Ya casi va a sonar la campana. – Miraba Rikaru su reloj. Estaba vestida con un traje verde oscuro, y llevaba su cabello recogido en una trenza alta, en esta faceta no parecía la alumna hiperactiva de Mai Shiranui – Que triste, como me gustaría tener un novio, si sigo así seré una solterona eterna ¿Por qué le pasó primero a mi hermana? Que injusto. – Se lamentaba al ver que algunos chicos se coqueteaban, entregándose el almuerzo entre sí para la hora de la comida.

La campana había sonado, y los muchachos entraban a sus respectivos salones en un orden inimaginable, en tantos años el sistema escolar no había cambiado mucho (Recordando que habían pasado poco más de 20 años desde el último torneo KOF). Rikaru suspiró y entró al salón de segundo grado donde le correspondía dar clases. Lo que si llamaba la atención, era el sistema de llegada, cada maestro y alumno tenía una tarjeta de horario, las ranuras estaban adaptadas a estas curiosas tarjetas, el que llegaba con atraso simplemente se quedaba fuera una hora, hasta que la tarjeta volviera a ser aceptada pasado ese tiempo. Pero esto acumulaba puntos menos en cuanto a una hoja limpia de anotaciones.

Justamente venían llegando con retraso aquellos que habían sacado de sus mismos padres, la manía aquella. – Mierda, otra vez. – Se quejó Akira quien pasó su tarjeta y no fue aceptada, entonces se sentó a esperar cerca de la puerta del salón. Un poco más allá en otro salón se oyó una queja similar. - ¡Diablos! – Era Hieri, que por cierto venía de muy mal humor. – Mi mamá va a matarme si sabe que llegué con retraso por millonésima vez. – Murmuraba, y luego dio un vistazo por el pasillo, cuando su mirada topó con la de Akira, viendo que estaban en la misma situación, Hieri sonrió con malicia.

Vaya, el idiota también volvió a llegar atrasado. – Dijo el pelirrojo, a lo que Akira no hizo caso, y miró para el otro lado del pasillo. – Kusanagi bakemono… - Cuando Hieri dijo eso, al joven de cabello castaño, sólo le restó guardar sus nervios, ya se estaba descontrolando, entonces buscó en su mochila su Microipod, un aparato que cumplía funciones como las de un ipod, pero más moderno y con… más funciones. No poseía audífonos, en forma automática el sonido llenaba de los tímpanos por las neuronas con música elegida por el usuario apenas el aparato era encendido.

- ¡Tch! – Esto le colmó la paciencia a Hieri, así que caminó hasta Akira y le pateó un pie.
¿Qué te pasa idiota? Vete a molestar a otro lado. – Akira apagó su Microipod y se enfrentó a Yagami. – Déjame en paz, o voy a decirle a tu mamá cuantas veces has llegado atrasado este semestre. – Sonrió el joven Kusanagi. – Y yo voy a decirle a la tuya lo mismo, creo que te he visto más veces en el pasillo. – Habían entrado en una forma muy inmadura de discusión, cuando apareció en escena, Kanzen, un muchacho de buen porte, ordenado, delgado, atractivo, de ojos
azul intenso y cabello rubio oscuro.

- Con permiso, por favor. – Sonrió en forma muy amable, pasó su tarjeta por la ranura de la puerta y ésta se abrió sin problemas. Kanzen Arystar Asakura, todos se preguntaban ¿Qué estaba haciendo un chico tan acomodado como él en una secundaria como esa? aunque Yuhigaoka High School era en sí de aranceles caros. - ¡Oye! ¿Por qué ese tonto engreído puede pasar con retraso y yo no? – Dijo Hieri, a lo que Akira se encogió de hombros. – No me interesan sus privilegios, pero si, nuestras familias también tienen prestigio en la ciudad, no entiendo. – Acotó Kusanagi.

- ¿Qué mierda? - Fue lo único que se le ocurrió decir al pelirrojo, distrayéndose de lo que estaba haciendo con Akira. – Deja de andar insultando y maldiciendo, no sé cómo se te aguanta. – El joven de cabello castaño, caminó por el pasillo hasta una ventana que daba a la calle y se quedó viendo por ahí. – Esas son palabras de niñita. – Frunció el ceño Hieri y se sentó donde había estado Akira antes, a esperar el cambio de hora.

Continuará...

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